Sunday, September 16, 2012

Café


Es martes. Estoy emocionada por un viaje semanal a Starbucks con mi amiga, Steph. Después de un día de clases y trabajo, una bebida es bien merecida.
 
Al entra la cafetería, somos recibidos por la aroma de café. Está una tarde abarrotada; se llena de gente. Estamos en la línea, esperando nuestros pedidos a ser tomando. Steph ya ha decidido en su bebida. Ella pedirá un Venti Macchiato Caramelo.  Siempre ella le pide. Me quedo mirando al menú. No sé lo que voy a pedir.

¿Debo pedir algo caliente? ¿O debo pedir algo frío? Pienso que voy a pedir algo frío y refrescante. Pero, ¿qué bebida? ¿Café, té, o frappe? Es posible que pida la nueva promoción. Hay demasiada opciones. No puedo decidir. Me quedo mirando al menú, aún indeciso. 


La línea se mueve adelante. Uno a uno, los clientes están esperando por la gente con delantales verdes. El reloj hace tictac y el tiempo está acabando. Hay dos personas en frente de yo. Estoy abrumada por las selecciones de bebidas. Traté de imaginarme a mí mismo tomando una bebida fría. Yo decidí en algo fuerte y dulce. Pero, ¿qué tamaño debo comprar? Alto, Grande o Venti. ¿Cuál elegir? Tantas opciones, y tan poco tiempo. Y en poco tiempo, yo estaba de pie en frente de la caja. Al final,  yo decidí pedir un Grande Fría Mocha con Chocolate Blanca.   

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